Recordar y olvidar: las memorias del narcotráfico en Cali
- Lab. Etnográfico
- 18 nov 2019
- 5 Min. de lectura
Actualizado: 5 dic 2019
Por: Nicole Arias, Isabela Patiño y Natalia Vargas
En América Latina el asunto del narcotráfico siempre ha estado presente, pues ha sido uno de los temas que más ha sacudido y atormentado al continente durante las últimas décadas. En Colombia, este tema parece haber quedado desterrado como algo que quedó en el pasado y no se quiere recordar más. Y en gran parte se ha logrado, pues el narcotráfico ha desaparecido aparentemente de los titulares de noticias, de los medios de comunicación y de las conversaciones cotidianas entre la población, “es como si con el desmantelamiento de los carteles de Cali y de Medellín se hubiera evaporado ese tormentoso flagelo” (Semana, 2000). Sin embargo, la realidad es otra, el narcotráfico aún está latente, ahora de otras maneras, pero presente. El hecho de que ahora sea menos evidente, se debe a que el negocio cambió de raíz: la estructura de las organizaciones criminales, el perfil de los nuevos traficantes, el portafolio de sus inversiones, el modus operandi del negocio, las rutas, las alianzas… todo se ha transformado (Semana, 2000).
Partimos de los imaginarios que existen alrededor del narcotráfico, nos preguntamos sobre la memoria de este fenómeno ligada a factores del recuerdo y el olvido en un periodo que presupone el fin del narcotráfico construido con silencios que estigmatizan la historia de Cali. La cuestión que más preocupa con respecto al narcotráfico es su historia, cómo se conforma, cómo funcionan las dinámicas de recordar, contar, no contar y olvidar, especialmente en los impactados por este fenómeno en la ciudad, sea directa o indirectamente. En este sentido, observar qué es lo que se cuenta como “oficial” y lo que se cuenta de manera “subterránea” da muestra de las realidades frente a los discursos de las instituciones y medios sobre lo que este fenómeno conllevó para la configuración de la ciudad, las formas de vida y entretenimiento.
La ciudad de Cali, es un lugar que tuvo un gran impacto por el narcotráfico, y de esta manera, en algunos aspectos de la cotidianidad se tiende a normalizar esta cultura tan evidente. Actualmente, la memoria del narcotráfico se construye a través de las historias contadas y no contadas, los medios de comunicación e incluso de los silencios, que suelen decir mucho sobre este fenómeno. Con esto, hay que tener en cuenta que las dinámicas de recordar y olvidar están marcadas por las generaciones, pues varían en los jóvenes y adultos. Por un lado, los jóvenes, no buscan ocultar las memorias subterráneas que existen sobre el narcotráfico en Cali, pues ven necesario informarse para no educarse sobre estos temas que hacen parte de la historia del país mediante caminos menos críticos. Por otro lado, los adultos ven fundamental el hecho de contar estas historias pero con un objetivo más moral y aleccionador, narraciones que hacen énfasis en el dicho “el que empieza mal, termina mal”.
Esta memoria generacional también se ve reflejada en la carga y el estigma que conlleva el narcotráfico para los caleños, pues buscan alejar lo mayor posible de su entorno, de su vida social, todo aquello que los relacione con las dinámicas de este fenómeno. Ya que existe un querer ser, una apariencia que debe ser protegida, tanto por seguridad como por prestigio. Incluso fuera del contexto colombiano, se hace más presente la necesidad de proteger la apariencia y las relaciones con los otros. La vergüenza y el afán por no correr un riesgo eran las principales razones por las que se decidía no hablar sobre el tema, “Nosotros vivimos un tiempo en Ecuador y fue muy difícil hacer nexos con los colombianos que vivían allá porque también es el prejuicio, yo no sé qué están haciendo allá y son tus compatriotas pero igual no”. El recordar y olvidar están muy relacionados al qué dirán y al prestigio por suposiciones que la memoria oficial como “El cartel de Cali” le adjudica a la ciudad y su población.
Así mismo, hay una gran preocupación por algunos, debido a la romantización del narcotráfico, por un endulzamiento de lo que es éste, que por ende lleva consigo que muchos jóvenes opten por ver el camino del narcotráfico como un estilo de vida fácil, legítimo y deseable. Pero es esa desinformación la que puede ser un posible causal de aquel imaginario, pues debido a la existencia de la memoria oficial sobre los Rodríguez-Orejuela, El cartel de Cali, Pacho Herrera y otros personajes, dan cuenta solo una versión de la historia que es mucho más macro, la cual invisibiliza los impactos y consecuencias cotidianas en la ciudad. Esa memoria subterránea como los relatos sobre los trabajos como contadores de dólares, la vida de un guardaespaldas de traquetos, la muerte de tus amigos del barrio debido al consumo y expendio de drogas, las mulas y el mudarse varias veces tratando de escapar de la violencia del narcotráfico, son los silencios de la historia que se recuerda en la memoria de la ciudad. Por lo tanto, las memorias tanto oficial como subterráneas, son complementarias a la hora de recordar y olvidar , pues si no hay cómo transformar esa realidad entonces no sirve de nada que se cuente el hecho histórico,“Cali es algo más que Chepe Santacruz, algo más que Varela, Cali es algo más que los Rodríguez- Orejuela, o sea Cali tiene muchas cosas que mostrar, es otra construcción de ciudad y como ciudad somos más que ese relato violento del narcotráfico”.
Y si nos ponemos a pensar, en realidad lo que surge de todo esto ayuda a que nos demos cuenta cómo la construcción de ciudad depende de la manera en la que los ciudadanos se comuniquen, se relacionen entre ellos y factores externos a ellos; es decir, estas dinámicas sociales dan como resultado una nueva percepción de ciudadanía, una nueva percepción del lugar, de los espacios en los que se interactúa; los silencios entran aquí como un elemento crucial, pues, estos influyen al momento de la interacción, mostrando como pequeños guiños, lo que ocurre subterráneamente.
Al mismo tiempo, la relación de Cali como ciudad con el narcotráfico como fenómeno social, da cuenta de un crisol de reacciones que se ven evidenciadas dentro del tejido social; esto quiere decir que existe una relación bidireccional entre ciudad e interacciones sociales. Cali se ha visto envuelta en esto; la dependencia de una definición y una construcción, es entonces, bidireccional, es decir, la construcción de ciudad depende de las dinámicas sociales, y las dinámicas sociales dependen de la construcción de ciudad que se tenga, entrelazándose de esta manera con el recordar y olvidar las memorias de un narcotráfico que ciñe, a fin de cuentas, una ciudad como Cali.
Lea el informe final en: https://drive.google.com/file/d/1i82NKFYtxo63MaeglG5l-QgmgXhzsW9l/view?usp=sharing
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